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7 dic 2011

Mi Guarda Cama

Cuando era pequeña, me daba miedo la oscuridad, cuando despertaba en plena noche siempre me asustaba de lo que mi madre llamaba "una imaginación desbordante". Un día era un hombre de pie en la puerta, que resultaba ser un albornoz mal colgado. Otro día, un gato en el armario, que era cualquier otra cosa que se pudiera relacionar con mi "imaginación".

Me asustaba mucho como cualquier niña de mi misma edad, pero una noche deje de tener miedo, esos sueños se fueron y deje de ver fantasmas donde no los había. Mi madre me dijo un día, que estaba creciendo, que mi imaginación ya no me jugaba malas pasadas y eso se debía a mi incursión en la pre-adolescencia.

Pero yo sabía que no era cierto, que mis pesadillas desaparecieron la noche que ella llegó a los pies de mi cama, para velar por mí, para cuidarme en mis sueños y que nada pudiera dañarme. Todos los días desde aquella primera vez, a los pies de mi cama se fijaba una mujer que se quedaba inmóvil mirándome durante toda la noche. Su ser emanaba tranquilidad, paz, ternura y comprensión. Su pelo largo caía por sus hombros y sus ojos se fijaban en mi. Era tan familiar que nunca tuve miedo.

Con los años, ojeando viejas fotografías con mi madre, una foto llamó mi atención. Una mujer conocida para mí sonreía a través de su inerte retrato en blanco y negro.

- ¿Quién es esta mujer? - le pregunté a mi madre-.
- Es tu tatarabuela, - me respondió-, ¿por qué lo preguntas?
- Por curiosidad.

Desde entonces, esa foto siempre está escondida en mi mesita de noche, me acompaña donde vaya, para que siga protegiendo mis sueños, para que nada malo me pase entre la fina línea que separa el sueño de la realidad.

Lady Magic                                             

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